Tejedoras rurales: un proyecto familiar

Telar Campesino (Facebook)

Telar Campesino es un proyecto que comandan madres, hijas y abuelas y en él comparten sus saberes ancestrales para poner en práctica el oficio, el arte de hilar, teñir y urdir para producir prendas que lanzaron al mercado.

Motivadas por las ganas de superarse y hacer valer sus tradiciones, un grupo de tejedoras de las zonas rurales del sur de Mendoza lanzó al mercado las prendas que ellas mismas tejen con productos naturales de lana de oveja teñida con yuyos, y aguardan que el Laboratorio de Fibras del INTA Bariloche ayude a aplicar mejoras en su materia prima al momento de la esquila y el hilado.

Madres, hijas, abuelas comparten sus saberes ancestrales y crearon «Telar Campesino», cuyas prendas nacen de manos curtidas por el trabajo rural que desarrollan en el secano del sur mendocino, en los puestos de crianceros de Punta del Agua, Los Leones, Los Toldos y El Nihuil, en las afueras de San Rafael, al sur de Mendoza.

Ivana Villegas (34) es hija de una tejedora de quien adquirió el oficio y el arte de hilar, teñir y urdir «todo el trabajo completo hasta terminar la prenda», comentó a Télam.

Bellos ponchos abrigados, mantas, yerberas, alfombras, fajas o ruanas salen de sus manos y sus ruecas con naturales coloridos extraídos de yuyos recolectados del campo. Luego las prendas las venden a través de sus redes sociales.

«Nuestros tejidos son todos diferentes, cada prenda es única y original. Todo se logra de manera natural, sin tintes artificiales», comentó Mariela Rojas del puesto Los Leones.

Mejorar las técnicas artesanales

Para lograr esos exclusivos colores, las mujeres recurren a los yuyos que rodean sus hogares como la jarilla, el piquillín o el albaricoquillo que tras un proceso de hervido con bicarbonato dan bonitos tintes «que nunca destiñen», aseguraron las emprendedoras a la agencia oficial de noticias.

Desde la Estación Experimental del INTA Rama Caída, en San Rafael, la Coordinadora de Extensión, Paula Diez, comentó a Télam que tras la esquila realizada en febrero pasado se han enviado muestras al Laboratorio de Fibras del INTA Bariloche «donde se evaluará una serie de atributos como el diámetro y largo de la fibra, o el rendimiento del lavado para poder aplicar mejoras».

Es que sus familias tienen ovejas, pero la lana que esquilan no sirve. La tiran, la queman o la venden a bajísimo precio que ni alcanza para cubrir el costo del esquilado, y deben comprar los vellones en Trelew.

«La idea es investigar y que ellas puedan utilizar su propia lana. Cambiar el proceso o la época de esquila, adquirir una escardadora (pequeña máquina que ayuda a sacar la lana sucia y hacer fibras para facilitar el hilado), y hasta incorporar un macho mejorador de lana que ayude en esta escala artesanal», explicó la técnica que las asiste.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *